domingo, 6 de noviembre de 2016

Luis Felipe I, el último rey de Francia

La Revolución de 1830 en Francia dejó un cambio sustancial: los Borbones desaparecieron para siempre. En su lugar, apareció Luis Felipe de Orleans, un rey elegido por los liberales para que liderase la monarquía parlamentaria. Luis Felipe fue el último rey de Francia, ya que el país galo no fue nunca más un reino, ni siquiera bajo el mando de Napoleón III.
Luis Felipe I nació en París el 6 de octubre de 1773. Su padre fue Felipe José, duque de Orleans, también conocido como “Felipe Igualdad” por sus inclinaciones a favor de los revolucionarios. Estas posturas liberales se las transmitió a su hijo, quien creció en un ambiente cosmopolita en el que triunfaban las nuevas ideas. En 1790, Luis Felipe se inscribió en el club de los jacobinos. Como militar participó en las batallas de Valmy y Jemmapes en 1792, pero desertó después de la derrota de Neerwinden el 18 de marzo de 1793.
A partir de aquí, recorrió varios países y exploró mundo hasta que 1809 se casó con María Amelia, hija del rey de las Dos Sicilias, Fernando I. En 1814, Luis Felipe regresó a París y se dedicó a administrar su fortuna. Dejó de lado la política para centrarse en arreglar los negocios y los asuntos que aún coleaban de cuando abandonó el país en 1793. Pero el regreso de Napoleón durante los Cien días provocó que fuese desterrado de nuevo, así que tuvo que permanecer fuera de Francia entre 1815 y 1817.


La Restauración no supuso un avance político para Luis Felipe, que fue apartado de la corte. Este hecho, unido a la herencia paterna, hizo que mantuviese relaciones políticas con dirigentes liberales, quienes, en julio de 1830, lo llevaron al poder. Fue coronado rey de Francia tras la Revolución de 1830 y la Constitución le otorgó el cargo gracias al principio de la soberanía nacional. El resto de países absolutistas lo veían como algo completamente fuera de lugar, por lo que le bautizaron como “el rey de las barricadas”.
Al frente del gobierno, se mostró reservado y prudente y manifestó un gran apego por el poder. Contaba con el apoyo social de la burguesía y el beneficio de un ciclo económico expansivo. Sin embargo, poco a poco se apoyó en el partido de la resistencia monárquica y, a partir de 1840, en Guizot. En política exterior, comenzó por acercarse a Gran Bretaña, debido al temor que tenía que los insulares iniciasen cualquier tipo de conflicto. Por ello firmó la “primera Entente cordial” (1840-46), que ponía fin a la rivalidad franco-británica en el Mediterráneo y en España.
Luis Felipe inició entonces un acercamiento a Viena para que su reinado fuera mejor valorado por los países autoritarios. Los últimos meses de su reinado se caracterizaron por la crisis general que azotaba el país. Era una crisis financiera, económica, política y moral, que se vio agudizada por la imprudencia del propio rey, quien no supo ver el peligro que corría su dinastía bajo la política ultraconservadora de Guizot.
El estallido de la Revolución de 1848 provocó que Luis Felipe abdicara en favor de su nieto, el conde de París, quien no llegó a reinar. El monarca se refugió en Gran Bretaña y murió tan solo dos años después, siendo el último rey coronado en Francia.

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